Extraido de La voz de los que sobran
Presentación de VLHV:
Son tiempos de drásticos y rápidos cambios, en los que la política tradicional también se reconfigura, apareciendo en escena posiciones nuevas o recicladas que no recibían hace algunos años mayor atención. Es en este contexto en el que desde hace un tiempo se habla, local e internacionalmente, del ascenso de una “nueva derecha”, la que, como el siguiente texto muestra, no sería para nada homogénea. Los esfuerzos anticapitalistas por comprender mejor el actual contexto y las formas en que se despliegan las posiciones del Partido del Orden no pueden caer en la simple caricaturización que se suele hacer del ‘fascismo’ desde la izquierda, so pena de no captar bien la posible influencia de ciertos eslóganes y actitudes en la sociedad misma ni las derivas que ésta pueda desarrollar. En este mismo sentido, este brote de grupúsculos neofascistas, que llegan a amalgamar hasta posiciones tradicionalmente atribuidas al mundo de izquierdas e incluso el anarquismo, puede conducir a un nuevo afianzamiento de una política de colaboracionismo de clases, que ha estado siempre tras la etiqueta del ‘anti-fascismo’, histórica expresión de la unidad progresista-burguesa en defensa de la democracia, el Estado y el Capital, que en cualquier caso no ha dudado en pactar con el propio fascismo para salvaguardar sus intereses. Este interesante artículo contribuye a clarificar el a veces confuso panorama actual.
La nueva derecha chilena: sobre «anarcocapitalistas» y pinochetistas «libertarios»
No cabe duda de que el espectro político en lo que va del siglo XXI se ha diversificado bastante en comparación al “mapa” que teníamos en la cabeza en la segunda mitad del siglo pasado, cuando en plena Guerra Fría las opciones parecían reducirse en la derecha a “fachos” y “momios”, en la izquierda a “amarillos” y “ultrones”, y en el centro a una Democracia Cristiana tensionada entre su ala derecha (“guatones”) e izquierda (“chascones”).
La posmodernidad, la política de las identidades y el Nuevo Orden Mundial han agregado muchas más opciones, y mucha gente ya no se siente identificada con la dicotomía derecha/izquierda que nos ha acompañado desde la Asamblea Nacional francesa de 1789. Así, las tradicionales dicotomías asociadas (conservadurismo/progresismo y burguesía/proletariado) si bien conservan algo de su sentido original, parecen parcialmente superadas en un mundo donde es posible desde la extrema izquierda criticar la noción de progreso como propiamente capitalista (desde Walter Benjamin a los “antidesarrollistas”), y donde muchos entienden que el género y la etnia, o el nacionalismo versus el “globalismo”, son más importantes que las tradicionales adscripciones de clase surgidas en el siglo XIX.
En la marea de información de las redes llama la atención la proliferación de expresiones de la Nueva Derecha chilena, que van más allá de los grupos de choque que se armaron como “Vanguardia” del Rechazo, dos de cuyos líderes van a ser formalizados por lesiones durante el mes de julio (y no nos hagamos ilusiones: es muy improbable que la Fiscalía pida y el tribunal decrete prisión preventiva. En cambio, si fueran mapuche o anarquistas de seguro se les imputaría además por asociación ilícita, Ley de Seguridad del Estado y/o Ley Antiterrorista, enviándolos a Santiago 1 o la Cárcel de Alta Seguridad).
Varios neoderechistas se califican a sí mismos de “libertarios”, y suelen usar la bandera de Gadsden: una serpiente cascabel junto al lema “Don´t tread on me” (o: “no pases sobre mí”), que data de la Guerra de Independencia de EE.UU. y es usada como símbolo de quienes defienden el libre mercado oponiéndose a una intervención excesiva del Estado.
Existe incluso una organización política en proceso de formación, el “Partido Libertario”, que usa banderas negro-amarillas, y que a fines del año pasado trajo a Chile al que parece ser su principal referente intelectual, el economista argentino Javier Milei. El amarillo simboliza acá el oro y el libre mercado, y suele usarse colocado en diagonal junto al color negro, imitando así el rojinegro del anarcosindicalismo.
Hasta antes del surgimiento de estas corrientes también llamadas “liberal-libertarias” la expresión del francés “libertaire” era entendida casi como sinónimo de “anarquista”. Desde fines del siglo XIX fue usual hablar de “socialismo libertario”, para deslindarlo de la dura criminalización de los anarquistas en la época de la “propaganda por la acción”, además de dejar en claro que era una expresión política del movimiento obrero en su lucha contra el capitalismo, pero diferenciándose del socialismo “autoritario”.
El anarquismo clásico fue la extrema izquierda del movimiento obrero y socialista, y los únicos que desafiaban esa identificación eran los anarquistas de la corriente individualista. Pero el concepto “anarkhia”, usado por primera vez por Homero en La Ilíada para designar el momento en que un ejército se queda sin jefe, es en efecto mucho más amplio que el que le da el anarquismo de los siglos XIX y XX, y ciertamente que podría incluir dentro de su frondoso árbol a otras formas incatalogables de disidencia radical, en la medida que compartan al menos una cierta voluntad “anti-autoritaria” (en la que muchos incluyen, por ejemplo, a Thoreau, Godwin, Tolstoi, el músico John Cage y el científico Paul Feyerabend).
Mediante el uso difuso de la expresión “anarco” el componente político de la posición anarquista se difumina o pierde completamente, siendo posible encontrar desde series como “Sons of Anarchy” y el uso publicitario masivo del símbolo de la A circulada (diseñado por anarquistas ibéricos a fines de los años 60), a anarquismos meramente estéticos o de “estilo de vida”, híbridos anarco-izquierdistas, anarco-misticismos e incluso el llamado anarcocapitalismo. No olvidemos que al vaciar completamente de contenido la expresión es posible escuchar cosas como la que afirma uno de los protagonistas de Saló (1975), la última película de Pasolini: “Nosotros los fascistas somos los verdaderos anarquistas”[1].
El mencionado Javier Milei, entusiasta de la escuela austríaca de Economía, en entrevista con Matías del Río dice que se considera filosófica y conceptualmente “anarcocapitalista”, pues cree que merecemos “un mundo sin Estado”, pero que entiende que “el mundo por el momento tiene restricciones” y por eso es “minarquista”: partidario del Estado mínimo, que para lo único que sirve es para brindar seguridad y justicia, aunque incluso eso podría ser privatizado[2].
“+ MERCADO / – ESTADO” y “+ HAYEK / – KEYNES” son consignas que se vieron hace un par de años diversas partes del centro de Santiago, firmadas por Capitalismo Revolucionario, que también usa el negro/amarillo y está contra los impuestos por ser un “robo” (desviación reaccionaria de la famosa afirmación proudhoniana de que “la propiedad es un robo”).
En su libro “El anarquismo” (2013) Éduard Jourdain aborda la existencia de autores que cabe calificar como “anarquistas de derecha” (entre ellos: Louis-Ferdinand Céline y León Bloy), caracterizados por un “pesimismo con respecto a la sociedad y la naturaleza humana, de la mano con un cierto desprecio de la democracia y del parlamentarismo, de las masas, de los intelectuales y del conformismo”. Su “anarquismo” sería “anticonformista con respecto a los bienpensantes, cultor de una forma de aristocratismo individualista, entre el Único de Stirner y el Yo de Barrés”.
Otra cosa sería para Jourdain el anarcocapitalismo, noción que “remite a la unión de una ausencia de Estado (que reúne aquí los deseos de los anarquistas ‘socialistas’) y del capitalismo (aquí en contradicción con la tesis de esos últimos)”. Entre sus precursores estaría Gustave de Molinari (1819-1912), “quien afirma que toda intervención del gobierno es nefasta y que todo puede ser privatizado (justicia, policía, etc.), en la medida que solo el individuo puede ser dueño de su propia persona”, y el jurista norteamericano Lysander Spooner (1808-1887), que demostraba “la dimensión ilegal y criminal del Estado”. En esta línea parece insertarse al antropólogo Pablo Ortúzar, ex militante del Frente de Estudiantes Libertarios (hoy Izquierda Libertaria, integrante del Frente Amplio) reconvertido en “pensador” de la nueva derecha, que ha señalado que “de su militancia en el anarquismo, solo conserva la desconfianza en el rol del Estado”[3].
Por su parte, Noam Chomsky en “Razones para la anarquía” (2013) dice que el “libertarismo” constituye una aberración que “es lógico que nadie se la tome muy en serio”, pues mientras en la tradición libertaria europea “todo anarquista era necesariamente socialista”, este libertarismo no es más que un “capitalismo desbocado”, posición que obviamente no sería anarquista, dado que “en un capitalismo desenfrenado existen toda clase de autoridades: es un sistema extremadamente autoritario”.
Lo curioso es que el joven presentador del libro de Chomsky, Nathan Schneider, reivindica a esos “libertarianos de derecha” como “primos lejanos” del anarquismo, admira la “vitalidad” que demuestran sus jóvenes en las campañas presidenciales de Ron Paul[4], e incluso se lamenta de que a pesar de participar al inicio del movimiento Ocupa Wall Street (llamando a asediar el edificio de la Reserva Federal) finalmente se hayan apartado, puesto que a su modo de ver la “izquierda anarcocuriosa” podría aprender muchas cosas de ellos e incuso vislumbra la posible fusión a futuro en otra clase libertarismo que “valga la pena”.
De todos modos, si revisamos la página del Libertarian Party de Estados Unidos (fundado en 1971 y que ahora con 400.000 afiliados es el tercer partido del país) parecen bastante diferentes a los “fachos libertarios” que han surgido en Chile, en una curiosa mezcla de Milton Friedman, Pinochet y Axel Kaiser. En efecto, mientras nuestros libertarios de derecha son “neoliberales” en economía y en política suelen ser simples partidarios de la “ley y orden” y el Estado policial, el Partido gringo está a favor de los vaporizadores de marihuana y la “legalización de todo”[5].
A la vez que reivindican eliminar la seguridad social y el salario mínimo, criticaron abiertamente las medidas represivas adoptadas por Trump como respuesta a la revuelta ocasionada por el asesinato de George Floyd[6]. Y es que el “libertarianismo” desarrollado a partir de los 60 en ese país, con Murray Rothbard entre sus cabezas visibles, no se ajustaba muy bien al esquema clásico de derecha/izquierda, pues absorbió en gran medida el ambiente contracultural de esos años, relacionándose con la Nueva Izquierda y oponiéndose a la guerra en Vietnam, al punto que la escritora Ayn Rand los catalogaba como “hippies de derecha”. En un sentido diferente a Chomsky, esta influyente filósofa del individualismo capitalista también los consideraba una aberración “monstruosa y repugnante”, pues “intentan atrapar a los más jóvenes o más descuidados de mis lectores al afirmar simultáneamente que son seguidores de mi filosofía y defensores del anarquismo”[7].
En cambio el Partido Libertario chileno -que para estos días anuncia una Conferencia Internacional con libertarios de 10 países- aunque se define grandilocuentemente como “un movimiento de matriz liberal-libertaria, compuesto por vertientes liberales clásicas, minarquistas y paleolibertarias”, está claramente ubicado a la derecha de Chile Vamos, diferenciándose de “ la centroderecha y derecha en particular, heredera directa del modelo de desarrollo exitoso del que hoy Chile aún disfruta y que ejerciendo un rol de autoridad respecto a un cierto sector de la población”, a la que reprochan “su absoluta anorexia de voluntad e intelección” pues “irresponsablemente levanta las banderas de las izquierdas, fijando sus preocupaciones en asuntos electorales, sin contar con una mirada ni con un discurso de trascendencia ideológica respecto al devenir de nuestro país, dejando de lado la batalla ideológica”[8].
Cabe destacar que el interés de la Nueva Derecha por la “batalla cultural” se condice con la obsesión gramsciana de Pinochet a partir de los 80, que llegó a organizar seminarios sobre el pensador comunista italiano.
El grupo se entiende como respuesta de derecha al Frente Amplio. Además de Milei, a quien consideran su “maestro”, admiran a Fernando Villegas y al neonazi Alexis López, quien participa de sus escuelas de formación. Apoyan la opción Rechazo en el plebiscito por una nueva Constitución, rivalizando en ese ambiente con los sectores más violentos como Capitalismo Revolucionario/Vanguardia. En su momento convocaron a marchar desde Paseo Bulnes a El Golf, posando en la estatua ecuestre de Baquedano antes que Piñera, antes de ser correteados de ahí por jóvenes de la Primera Línea.
Su sección juvenil (aunque nadie en las fotos parece muy mayor) se denomina “Juventudes Libertarias”, ¡al igual que la emblemática organización juvenil del anarquismo español![9] Su propaganda no se distingue de la del derechista promedio, criticando al estallido social, “progres”, “zurdos” y “la servidumbre feminista”, mientras apoyan entusiastas la represión policial como un pinochetista más.
En definitiva, se trata de posiciones extremistas neoliberales, que en Chile pretenden pasar por novedosas para atraer adherentes no interpelados por la derecha tradicional. A diferencia de su supuesto símil gringo, se amalgaman sin mayor problema con el fascismo tradicional-autoritario que se expresa en el Rechazo, aunque se diferencian de la “tercera posición” de los Social Patriotas y Chile Digno, a los que me referí en una columna anterior[10].
Su seudoanarquismo (o “minarquismo”) enlaza con lo que el mismísimo Bakunin dijo en “Dios y el Estado”: que la burguesía, “esa clase tan numerosa y tan respetable no exigiría nada mejor que se le concediese el derecho o, más bien, el privilegio de la más completa anarquía; toda su economía social, la base real de su existencia política, no tiene otra ley, como es sabido que esa anarquía expresada en estas palabras tan célebres: ‘Laissez faire et laissez passer’. Pero no quiere esa anarquía más que para sí misma y sólo a condición de que las masas, ´demasiado ignorantes para disfrutarla sin abusar’, queden sometidas a la más severa disciplina del Estado”.
Por Julio Cortés M.
[1] En base a la cual Rodrigo Karmy se ha referido a Donald Trump como “verdadero anarquista”, especie horrible y concentrada de “Ubú rey” posmoderno: http://www.eldesconcierto.cl/2017/04/09/siria-trumpista-donald-trump-como-verdadero-anarquista/
[2] https://www.youtube.com/watch?v=v6LZzrW7YXw
[3] https://kilometrocero.cl/el-anarquista-de-la-derecha-e81244758c40
[4]Prominente “libertario” que luego derivó a posiciones republicanas neoconservadoras. De su lema de campaña “rEVOLution” (evol: love, amor) Capitalismo rEVOLucionario imita el destacado de las mismas palabras, demostrando así bastante gringofilia y poca originalidad.
[5] Según dice una chapita que venden por 1 dólar, junto a otras como “Limited Government/Infinite Freedom” y “Guns save lives”.
[6] https://www.lp.org/libertarian-party-press-release-on-recent-unrest/
[7] “Brief Summary,” The Objectivist, Vol. 10, Sep. 1971. Cabe destacar que Rand es una de las referencias favoritas de gente como Teresa Marinovic.
[8] https://partidolibertario.cl/principios/
[9] https://juventudeslibertariasmadrid.wordpress.com/que-son-las-juventudes-libertarias/
[10] https://www.eldesconcierto.cl/2020/02/26/nueva-derecha-neofascismos-y-violencia-callejera/. Por cierto, Chile Digno (grupo fundado por el ex diputado RN Gaspar Rivas, que luego se pasó al Movimiento Social Patriota) reaccionó publicando https://www.chiledigno.cl/post/el-desconcierto-y-su-anti-chile-digno, donde se quejan de haber sido considerados fascistas y/o pinochetistas, aclaran que consideran a la derecha como “vendepatrias”, y dicen apoyar al feminismo y la Primera Línea. Por cierto que en mi columna hacía una distinción con los nuevos grupos de ultraderecha, señalando a este grupo y al MSP como ejemplos clásicos de “tercera posición”. Por cierto, estos dos grupos no apoyan la opción Rechazo.