A casi medio siglo del Golpe Militar: no olvidamos ni perdonamos
NO OLVIDAMOS la lucha de nuestra clase por recuperar su vida, tomando fábricas y campos, debatiendo acerca de nuevas formas de existencia sin explotación.
NO OLVIDAMOS el enorme y heterogéneo despliegue de actividad proletaria que venía en ascenso desde los 60 y que, al contrario de la mitología partidista, no tenía como principal objetivo la disputa en el terreno electoral.
NO OLVIDAMOS la labor reaccionaria de la socialdemocracia representada en la UP, que hizo todo lo posible por desactivar y controlar al proletariado para poder negociar con los partidos tradicionales de la burguesía y desarrollar su proyecto capitalista etiquetado de socialismo.
NO OLVIDAMOS que el gobierno de la UP no confió jamás en el proceso revolucionario, siendo Allende quien decretó la ley de control de armas, desarmando al proletariado más combativo, dejándolo sin capacidad de profundizar la ruptura y resistir la contrarrevolución.
NO OLVIDAMOS a los partidos que hoy rasgan vestiduras por la democracia pero que no dudaron en apoyar la brutalidad militar contra nuestra clase.
NO OLVIDAMOS tampoco que democracia y dictadura no se oponen, sino que son diferentes y complementarias formas en las que el Estado lleva a cabo la dominación social.
NO OLVIDAMOS a los miles de compañeros y compañeras que sufrieron persecución, tortura, asesinato y desaparición.
NO OLVIDAMOS que las condiciones de miseria contra las que se levantó nuestra clase son producidas por la misma dinámica social que genera la miseria de hoy: las relaciones sociales capitalistas, que producen y se alimentan de la alienación física y psicológica, que condena al hambre, enfermedad, aislamiento y muerte a la inmensa mayoría de la humanidad proletarizada, que precisa y mantiene la jerarquización sexual y toda la violencia asociada a ésta.
NO OLVIDAMOS porque es nuestra historia. Pero por, sobre todo, NO OLVIDAMOS porque vemos repetirse en nuestros convulsivos tiempos muchos de estos elementos.
La mitología de la izquierda del capital ve en el periodo 70-73 la asunción de un gobierno que, apoyado por una marea popular, pretendía alcanzar pacíficamente el socialismo (un pacifismo que no tenía asco alguno en reprimir trabajador@s, allanar fábricas ocupadas o encarcelar, torturar y asesinar revolucionari@s), con grandes héroes que hoy recuerda con empalagosa nostalgia, realzando especialmente la figura de Allende.
Pero las luchas del proletariado en nuestra región estaban en sintonía con la oleada revolucionaria que sacudía a todo el planeta en aquellos años, y contra ellas la clase capitalista oponía una variedad de respuestas. Entre la desarticulación del reformismo (que no excluyó la represión violenta) y la sanguinaria masacre militar, no hay quiebre sino continuidad en la labor represiva del Estado.
Hoy, luego de una revuelta impresionante, el partido del orden en bloque pacta un “Acuerdo por la Paz” cuyo fin explícito es apagar el incendio desatado por la rabia y la creatividad de l@s dominad@s.
Buena parte de la izquierda entra de todas formas al juego, pretendiendo “desbordar” un proceso fabricado precisamente para el encauzamiento y la represión.
No alentemos más derrotas, no fomentemos más delirios. Vamos más allá. Vamos hacia la vida.
NUESTRA MEMORIA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO