Las siguientes líneas son unas breves reflexiones a propósito de lo acontecido este sábado 25 de octubre en Iquique, acontecimientos que dan cuenta de una nueva fase en la crisis migratoria local, que a su vez forma parte de la crisis migratoria global.
La defensa de la nación es la defensa del Estado y la explotación
A raíz de las lamentables imágenes que se difundieron de la marcha antimigrantes llevada a cabo el pasado sábado 25 de septiembre en la ciudad de Iquique, en donde una turba enardecida e irracional quemó las carpas y las pocas pertenencias de familias en su gran mayoría provenientes de Venezuela, que huyen del colapso del capitalista “proyecto bolivariano” de “Socialismo del siglo XXI”, creemos necesarias una reflexiones generales en torno al “momento fascista” que tod@s acabamos de presenciar.
El racismo y la xenofobia no tienen nada que ver con un natural y primitivo “miedo a lo desconocido”. Por el contrario, sus raíces se establecen con la aparición de las sociedades divididas en clases sociales (que solo representan en torno al 10% de la historia de la humanidad) y, particularmente, con el desarrollo del capitalismo. Que el color de piel o lugar de nacimiento se transformen en elementos de discriminación, abuso y opresión, se explica entonces por la necesidad de inferiorizar a un determinado grupo humano para hacer posible su explotación a manos de otro.
Lo anterior se hace evidente con un breve repaso de la historia reciente del colonialismo europeo en el resto del globo, que no fuera sino una sanguinaria empresa para abastecer de materias primas y fuerza de trabajo a los Estados del viejo mundo, proceso que está en la génesis del capitalismo como sistema de dominación a escala mundial. La esclavitud y la explotación más brutal fueron el origen y fruto del progreso de la civilización del Capital.
Para justificar este proceso, la clase dominante contó con un arsenal ideológico que recurrió primero a la religión y luego a la ciencia. En el siglo XVIII y XIX, desde la supuesta neutralidad de la investigación científica, surgieron varias “teorías” que predicaban una determinación natural para explicar la existencia de una jerarquía de “razas”, la que además partía del supuesto de la inferioridad transversal de la mujer.
El actual rechazo a “l@s extranjer@s” que saca a relucir una parte de la sociedad es consecuencia directa del nacionalismo. El concepto mismo de nación es propio de la cultura dominante. Territorios delimitados con fronteras, dentro de los cuales los Estados explotan a su propia población sobre la premisa de estar contribuyendo al crecimiento de la Patria (¿Puede existir alguna duda del origen patriarcal de este término?).
Por otra parte, los flujos migratorios son o bien producto de los movimientos del capital y sus crisis asociadas (desplazad@s y refugiad@s a causa de enfrentamientos bélicos, de hambrunas, de las miserables condiciones materiales de algunas “naciones pobres”, del colapso de Estados y, más recientemente, de las dramáticas alteraciones climáticas que el desarrollo industrial capitalista ha originado), o bien directamente manejados por los intereses de los grupos gobernantes, para abastecerse de fuerza de trabajo barata que destinar a labores que “sus” ciudadan@s no están tomando con el volumen precisado, ya sea por presiones económicas o por cambios en la estructura demográfica de su población. Además, estos influjos de personas de otras naciones permiten dar lugar a falsos conflictos en el seno del proletariado, pues la inmigración contribuye efectivamente a bajar el precio del capital variable (que eso somos nosotr@s, l@s proletari@s), es decir, bajar los salarios, y de esta forma los dardos de las mentes más básicas y educadas más fielmente en los valores del Capital apuntarían contra sus herman@s inmigrantes, vistos como competencia, debilitando así el enfrentamiento con la clase capitalista misma (estas medidas suelen ser defendidas y promovidas desde sectores progresistas, a veces bajo un discurso pretendidamente anti-racista e integrador).
Al contextualizar la xenofobia e intentar descubrir las relaciones sociales que le dan origen, no pretendemos otorgar ninguna especie de justificación ética a aquell@s desdichad@s que ven derrotada su propia humanidad al ceder a los prejuicios racistas y el nacionalismo.
La defensa de la nación es la defensa del Estado y de la propiedad privada. El sentimiento nacional es un despreciable manto con el que se encubre el conflicto irreconciliable entre explotad@s y explotador@s dentro de las fronteras de un país, proceso replicado en todas las naciones por la clase dominante. El sentimiento de unidad nacional es un triunfo de nuestr@s enemig@s de clase.
Una comunidad basada en la satisfacción de las necesidades humanas y no de la acumulación incesante de capital, barrerá desde los cimientos con cualquier noción de frontera política y jerarquización social y, por tanto, con el racismo y toda forma de discriminación basada en características físicas o el lugar de nacimiento, cuestiones a todas luces ridículas de mantener y que deben ser combatidas desde hoy.
¡ABAJO LAS FRONTERAS QUE ENCIERRAN Y MUTILAN A LA HUMANIDAD!
¡ABAJO EL RACISMO Y LA XENOFOBIA!
¡POR LA COMUNIDAD HUMANA!