Libro: “Correo Proletario Tomo I”

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Luego de una ardua labor de recopilación, transcripción, debate y estudio colectivo, por fin hemos podido saldar las cuentas con un proyecto varias veces postergado: publicar y hacer circular íntegramente los materiales críticos con la experiencia y el proyecto de la Unidad Popular-UP elaborados por el para la mayoría desconocido grupo que dio vida entre 1973 y 1976 al periódico “Correo Proletario”. Justamente, cuando se cumplen 50 años de la caída de la UP y la masacre del proletariado de esta región, en medio de una gestión estatal de carácter progresista que ha refinado la maquinaria represiva a un punto impensado hasta hace pocos años, adecuándose a los intereses del capital sin ningún escrúpulo, estos materiales cobran aún más sentido. Ante esta nueva conmemoración del 11 de septiembre, mientras l@s izquierdistas de ayer y hoy, prosiguen con sus lamentos en defensa de la democracia y su institucionalidad, el enfoque presente en los textos de “Correo Proletario” procura contribuir a la necesaria tarea de desmitificación del supuesto carácter revolucionario del programa de la UP, “la vía chilena al socialismo” y de la endiosada figura de Salvador Allende, develando la activa responsabilidad que tuvo la izquierda del capital en el desenlace de este conflictivo período de enfrentamiento entre clases, que culminó con un sangriento Golpe cívico-militar hace medio siglo atrás.

Nuestro plan de edición

El presente libro, corresponde al primero de una serie de tres tomos de textos de “Correo Proletario”, y contiene en su interior un prólogo elaborado por el compañero Luis Cruz Salas –quien facilitó los ejemplares originales de los números 2, 3 y 4 de “Correo Proletario”–, la transcripción completa del N°1 del periódico (único confeccionado en Chile en la primera quincena de septiembre de 1973, según indica su cabecera) y del N°2, preparado ya en el exilio europeo y fechado en noviembre de 1975. El Tomo II corresponderá a los números 3 (de mayo de 1976) y 4 (de septiembre de 1976) del periódico, y por su parte, el Tomo III incluirá el “Boletín Correo Proletario” N°1, orientado a la discusión interna y redactado por el grupo de Italia de l@s compañer@s, además de una entrevista a Sergio “chico” Zorrilla, uno de los fundadores del proyecto.

Cabe destacar que se ha conservado la escritura original presente en los textos, manteniendo tanto las comillas, subrayados, negritas y destacados, como los errores de tipeo, redacción, puntuación y montaje de imprenta, indicando entre corchetes con el adverbio latino “sic” cuando se registra algún error de ortografía en el cuerpo del texto, y modificando las palabras cuando se trata de un título o subtítulo, lo cual se encuentra explicado con una nota al pie.

Algunas breves notas sobre “Correo Proletario” y sus ideas

 Lo primero que debemos señalar es que no pretendemos exagerar la verdadera importancia e influencia que tuvo la actividad de este grupo en su contexto histórico, ni tampoco está entre nuestros planes crear nuevas leyendas y fabulaciones en torno a la actividad revolucionaria en “los 1000 días de la UP”. Más bien, queremos sacar del olvido una limitada, pero significativa experiencia, y retratarla en su justa medida, que a contracorriente realizó una dura crítica y un balance de la política implementada por los partidos del conglomerado de la UP –que no buscaba otra cosa que establecer las bases para un desarrollo económico del capitalismo en Chile más coherente con un momento álgido en el conflicto de clases, es decir, se trataba de un proyecto “modernizador” del capital– y también a la actividad realizada por la izquierda extraparlamentaria –incluido el MIR y otros grupúsculos de extrema izquierda–.

Quienes conformaron “Correo Proletario”, fueron un puñado de personas, entre quienes destacaron: Sergio Zorrilla[1], Jaime Riera[2], Helios Prieto[3], Luis Ángel Fernández[4] y Alejandro Alarcón[5], entre otr@s. Según el artículo “Quienes somos” aparecido en el N°2 de “Correo Proletario”, publicado en Europa en noviembre de 1975, est@s militantes tenían en común provenir del flujo de compañer@s que salen decepcionad@s de distintas organizaciones políticas de izquierda, agruparse en base a una crítica al programa y los partidos que formaban parte de la UP y plantear la creación de una tendencia revolucionaria al interior del movimiento obrero y su vanguardia, expresada principalmente en la emergencia de la constitución de los Cordones Industriales: “Como una forma de asegurar, no desde el exterior del MO [Movimiento Obrero], sino como corriente que nace y se desarrolla en su interior, íntimamente ligada al carácter que adopta la lucha de clases, la culminación de su autonomía antes citada: nos definimos, pues, como un grupo que buscaba desarrollar las corrientes autónomas del MO”. Por otra parte, sobre su objetivo, planteaban que el periódico debía funcionar como un “organizador colectivo”[6], al mismo tiempo que fomentar la creación orgánica de “círculos obreros”[7] que fueran capaces de defender una perspectiva que no escindiera la lucha económica de la política y que agitara la necesidad de la autonomía y la independencia de clase. Y lo que es más significativo –y meritorio en el contexto de la UP–, es que llegaron a estas posiciones mediante su experiencia práctica cotidiana en las luchas y no por factores o influencias externas[8].

Del N° 1 de “Correo Proletario” se imprimieron alrededor de 300 ejemplares, distribuidos principalmente en la ciudad de Santiago, de mano en mano, por l@s militantes del grupo y sus contactos personales, generando cierto nivel de debate y expectativa en obreros activos de los Cordones Industriales y algunas poblaciones.

Luego de casi dos años de silencio, reapareció la publicación, producto de la reorganización de la diáspora del exilio en Europa. El N°2 de “Correo Proletario” –y los siguientes 3 y 4– fue el fruto de la discusión colectiva realizada de manera presencial y plenaria, entre los grupos que se conformaron en Holanda, Bélgica, Francia, Inglaterra, Italia y Suecia, los cuales no sumaban en total más de 20 personas. La intención declarada de esta nueva etapa era realizar un balance del descalabro producido durante el período de la UP, caracterizar de manera detallada las transformaciones realizadas por la Junta Militar y contribuir a la reconstrucción del movimiento obrero dentro de Chile. Debido a discrepancias internas, un sector se retira del proyecto defendiendo posiciones autónomas cercanas a las propugnadas por Cornelius Castoriadis[9], mientras quienes prosiguen en el grupo retornan a proponer la triada clásica marxista “partido-programa-clase”.

Tras la muerte de Franco, el “entusiasmo” también contagió a algun@s miembr@s del grupo quienes se trasladaron a la región española a observar con sus propios ojos cómo se recomponía el movimiento obrero y la dinámica de las luchas. Luego de esto el proyecto de “Correo Proletario” se fue desarticulando paulatinamente hasta finalmente desaparecer[10].

Algunos comentarios sobre el ciclo histórico de lucha y los límites del grupo

 El período histórico en que se inserta el proyecto de la “vía chilena al socialismo” comprende un ciclo de convulsiones sociales que algun@s lo han denominado como el “segundo asalto proletario a la sociedad de clases”, en donde además se registra un momento de crisis transcendental para la reproducción normal del capital a escala planetaria, destacando como hito relevante la crisis energética centrada en la cuestión del petróleo, lo que implicó una profunda reestructuración mundial del capitalismo, cuyas consecuencias incluyeron la destrucción del viejo movimiento obrero –y una modificación en la composición de clase de carácter irreversible– y la obsolescencia de la estrategia y teoría revolucionaria emanada de la revolución de octubre de 1917. La perspectiva revolucionaria y el contenido de la emancipación social replicados tras la experiencia soviética, suponían la afirmación del proletariado, la transformación de éste en clase dominante y la necesidad de un período de transición hacia el comunismo, en el cual continuarían existiendo las categorías fundamentales del capitalismo (trabajo asalariado, mercancía, Estado, etc.), tal y como lo señala críticamente la corriente comunizadora, que surgió justamente como respuesta al agotamiento de este paradigma revolucionario predominante del siglo XX[11].

La propuesta programática de la UP no iba más allá de una reformulación desarrollista y modernizadora del capitalismo –que bebía de la “teoría de la dependencia” y que no difería sustancialmente de lo propugnado por la DC en aquellos años–, que además se implementaría respetando la institucionalidad burguesa, lo cual quedó plasmado con la firma del “Estatuto de garantías constitucionales”. La denominada “batalla por la producción” y el “trabajo voluntario” no tenían otro objetivo que consolidar una industria nacional más eficiente, que sentaba las bases para un proceso de valorización y acumulación capitalista bajo nuevos términos (el socialismo), y como indica “Correo Proletario”: “lo único que hacen los obreros es aumentar la plusvalía, fortalecer a su enemigo el capital y a sus órganos de represión, el Ejército, el Estado”.

De hecho, la misma autoactividad de masas dinamizada por los Cordones Industriales y otros organismos sociales de base, expresión histórica del protagonismo proletario de aquellos años, que emergió en contrapartida a la burocratización e inmovilismo de la CUT, a su pesar, nunca se vio a sí misma como una forma contrapuesta al “gobierno popular” y al “compañero presidente”, sino como quien debía dar el genuino impulso e implementar el programa de la UP que el reformismo y la “dirección” del proceso eran incapaces o vacilaban en llevar adelante. La autoactividad del proletariado se tomaba en serio parte de las medidas prácticas del programa de la UP, pero al hacerlo desbordaba la legalidad burguesa que el gobierno defendía y posibilitaba un verdadero actuar protagónico del amplio movimiento de base, que de todos modos no logró resolver las contradicciones históricas en que se encontraba y terminó por estrellarse contra los límites que su propio movimiento contenía. Es acertado defender la autoorganización, la independencia y la autonomía, como lo hizo “Correo Proletario”, las cuales no son por cierto cuestiones “irrelevantes”, ya que deben considerarse estos elementos como el punto de partida de cualquier lucha, pues hoy más que nunca es urgente volver a plantear y rehacer la pregunta por el contenido defendido por el movimiento antagonista revolucionario, tanto respecto a las categorías fundamentales del capital, como a la perspectiva afirmativa de las nuevas relaciones sociales sobre las cuales fundar una comunidad humana autoemancipada. En gran medida las luchas del siglo XXI dependen de ello.

Luego del Golpe, las medidas económicas impuestas por la Junta, que eran parte de la reestructuración global del capital, destruyeron lo que quedaba de industria nacional, así como también redujo drásticamente a su mínimo al movimiento obrero[12]: la perspectiva de contribuir a la reconstrucción de éste y a una franja autónoma dentro de él, tal y como esbozaba “Correo Proletario” ya en el exterior del país, eran imposibles. Al no poner en cuestión de manera tajante el contenido del socialismo defendido por la UP, la experiencia de “Correo Proletario” se enmarca también dentro de este contexto, es decir, contiene límites propios de su tiempo histórico.

Vamos Hacia la Vida

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[1] Ex mirista, estuvo a cargo de la edición del periódico “El Rebelde”, detenido en varias ocasiones acusado de pertenecer a los grupos de acción directa de la organización, fue un militante clave en el crecimiento e influencia del MIR y el FTR en la zona minera de Calama y Chuquicamata antes de su renuncia al partido en 1972. [N. del E.]

[2] Ex “jefe” del núcleo universitario del MIR en el Pedagógico, recibió una influencia importante en términos teóricos del heterodoxo filósofo, crítico social y docente Juan Rivano. [N. del E.]

[3] De origen argentino, fue uno de los fundadores del Partido Revolucionario de los Trabajadores-PRT y llegó a ser su secretario general, hasta que rompe con la organización por la deriva que tomó de la mano de la línea implementada por los hermanos Santucho –una durísima y polémica crítica realizada al PRT-ERP de manera retrospectiva por Helios, en febrero de 2010, es el artículo “Memorias volterianas con final maquiavélico”. Publicado originalmente en la revista “El Rodaballo” N° 11/12 y republicado en el anuario 2012 de la revista “Lucha armada en la Argentina”, se encuentra disponible en:  https://americalee.cedinci.org/wp-content/uploads/2019/03/LUCHA-ARMADA-2012.pdf–. Prieto también es autor de Chile: Los gorilas estaban entre nosotros, editado originalmente en Buenos Aires por la Editorial Tiempo Contemporáneo en 1973 y reeditado en la región chilena por la Editorial Viejo Topo en 2014. [N. del E.]

[4] De origen español. [N. del E.]

[5] Ex militante obrero del MIR y del FTR que llegó a ser Consejero Nacional de la Central Única de Trabajadores-CUT. [N. del E.]

[6] Según Sergio Zorrilla, bajo esta noción “en vez de construir un partido con jefes y comité central, queríamos que la misma gente en el periódico expresará sus ideas y opiniones”. El concepto originalmente viene de Lenin y fue utilizado en el artículo “Por dónde empezar” publicado en mayo de 1901 en el N°4 del periódico “Iskra” (“La Chispa”): “El periódico no es sólo un propagandístico colectivo y un agitador colectivo, sino también un organizador colectivo. En este último sentido se le puede comparar con los andamios se levantan alrededor de un edificio en construcción, que señalan sus contornos, facilitan las relaciones entre los distintos sectores, les ayudan a distribuir el trabajo y observar los resultados generales alcanzados por el trabajo organizado. Mediante [el] periódico y en relación con éste, se irá formando por sí misma una organización permanente, que se ocupe no sólo del trabajo local, sino también de la labor general regular, que habitué a sus miembros para seguir atentamente los acontecimientos políticos, a apreciar su significado y su influencia sobre las distintas capas de la población, a elaborar los medios más adecuados para qué el partido revolucionario influya en estos acontecimientos” (Disponible en: https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1901/mayo/001.htm). [N. del E.]

[7] Esta idea se quedó sólo en el papel, ya que por cuestiones de tiempo y la inminencia del Golpe, no llegó a concretarse, aunque ciertamente debido a la agitación y autoactividad creciente en fábricas, poblaciones y en el campo, sí era factible su realización, al menos, en potencia. [N. del E.]

[8] Según indicó el compañero Zorrilla, los grupos anarquistas –pequeños pero existentes en aquella época– se caracterizaban por ser “endogámicos” o cerrados sobre sí mismos. Por otra parte, no tuvieron contacto con personalidades como Laín Diez, quien tradujera y prologara en 1948 la primera edición en castellano de Lenin, filósofo del célebre comunista de consejos Anton Pannekoek –aunque como indicamos en una cita anterior, el filósofo Juan Rivano influyó en la formación intelectual de Jaime Riera–, o a textos de la corriente “consejista” o de la “izquierda comunista”, aunque sin duda, los escritos de “Correo Proletario” llegan de forman independiente a algunas de las tesis centrales de estas corrientes. Al parecer la influencia de Helios Prieto contribuyó bastante a desarrollar algunas ideas poco conocidas en el ambiente revolucionario chileno, así como cierta lectura de textos de Trotsky y Mandel. Zorrilla también mencionó la visita de un grupo de militantes de origen alemán (dos hombres y una mujer) amigos de Gastón Salvatore Pascal –sobrino de Salvador Allende–, quienes provenientes del entorno autónomo habrían llegado con lecturas “nuevas” y heterodoxas, que luego de contactarse con el MIR en Chile habrían influenciado a ciert@s futur@s miembr@s de “Correo Proletario”. [N. del E.]

[9] Fundador de la revista francesa “Socialisme ou Barbarie”, que se publicó entre los años 1948 y 1965. [N. del E.]

[10] Sin embargo, la experiencia de la reorientación en Chile del pequeño FUT (Frente Unitario de Trabajadores) –que tenía un discurso “autónomo”– durante la década de los ‘80, contribuyó a reconstituir el movimiento revolucionario de exiliad@s (aunque acotado) en varios puntos de Europa en el cual participaron antigu@s miembr@s del grupo, donde las ideas expresadas en “Correo Proletario” tuvieron un mayor eco y audiencia, pero esa ya es otra historia. El FUT se constituyó originalmente el 16 de marzo de 1971 y tiene sus orígenes en el Movimiento Obrero de Acción Católica. En su fundación hay gente que viene de la ASICH (Acción Sindical y Económica Chilena), del Comando de Trabajadores Freístas e Independientes del Sector Privado y de alguna manera se encuentra ligado al Departamento Sindical del Partido Demócrata Cristiano. En 1973, sus dirigentes apoyan el Golpe, sin embargo, pierde rápidamente su base de masas al mismo tiempo que la DC es excluida por los militares del poder y los sindicalistas de la DC adoptan distintas posiciones frente a la Dictadura Militar. En la crisis interna que vive el FUT entre 1974 y 1975, surgen nuevos dirigentes como Carlos Frez que dan una nueva orientación más crítica a esta corriente sindical, insistiendo sobre temas como la preeminencia de lo social sobre lo político y sobre la necesidad de la autonomía del movimiento sindical con respecto a los partidos. Es en esta perspectiva que se produce el acercamiento al CODEHS (Comité de Defensa de Derechos Humanos y Sindicales) de Clotario Blest, lo que se concretiza en la unificación de ambos grupos en el exterior en la llamada Comisión de Renovación Sindical. [N. del E.]

[11] Recomendamos: Théorie Communiste (2022) De la ultraizquierda a la teoría de la comunización. Más allá del programatismo. Rosario: Lazo Ediciones; Bériou, Jean-Yves (2023) Teoría revolucionaria y ciclos históricos. Rosario: Lazo Ediciones. [N. del E.]

[12] Lo que no ha hecho más que profundizarse en los últimos 50 años: la sustitución del trabajo vivo por el trabajo muerto (producto del desarrollo tecnológico, la automatización, etc.), expulsa cada vez más seres humanos del proceso de producción capitalista, l@s que se transforman en población “sobrante”, “superflua” y “excedentaria” para el capital, que sin embargo existen y necesitan dinero para sobrevivir. Tal como indicamos en nuestro panfleto repartido el 1 de mayo de 2022, “la crisis de la relación capital/trabajo se nos presenta bajo el concepto de trabajo informal”, el cual ya alcanza a cerca de 1/3 de la población “económicamente activa” en la región chilena. [N. del E.]