La pandemia del coronavirus ha contribuido a acentuar la crisis de la sociedad capitalista de nuestros tiempos. Las revueltas sociales brotaban por diferentes partes del globo durante el año pasado, mostrando características nuevas respectos a procesos anteriores de conmoción social. Particularmente, destacaba la duración de estas, como en el caso del movimiento de los ‘chalecos amarillos’ en Francia, que se extendía por más de un año, o el mismo movimiento generado luego del “estallido” en Chile, donde la intensidad del conflicto no decaía con el pasar de los meses y se revestía de elementos revolucionarios.
La magnitud y profundidad de la crisis actual parece estar cerrando todo un ciclo del capitalismo, y las posibilidades que se abren son diversas. Las luchas actuales sin duda marcarán el curso de la historia. De ahí la importancia de comprender coherentemente el presente. El siguiente texto, aparecido en el tercer número de la publicación YA NO HAY VUELTA ATRÁS (otoño 2020), es una clara contribución en ese sentido, buscando alentar la autoclarificación y el debate en la propia clase.
Coronavirus, catástrofe capitalista y revuelta
“Una sociedad cada vez más enferma pero cada vez más poderosa ha recreado en todas partes el mundo concretamente como entorno y decorado de su enfermedad, como planeta enfermo (…) La producción de la no-vida ha seguido con cada vez mayor rapidez su proceso lineal y acumulativo; ahora ha traspasado un último umbral de su progreso y está produciendo directamente la muerte”.
Guy Debord, El planeta enfermo.
I
El momento histórico que atravesamos está marcado por el hecho de experimentar aquí y ahora los efectos destructivos de la relación social capitalista, de su forma específica de producir y reproducir la existencia biológica y cultural humana, subsumida a la necesidad de valorización de capital que se nos presenta hoy como un sucesivo cumulo de escenarios catastróficos.
Asistimos al agotamiento de un modo de vida producido específicamente por la civilización industrial-capitalista, que empieza a desbordar en todas direcciones las evidencias de sus propias contradicciones internas, teniendo toda catástrofe actual la misma raíz social: el dominio de las necesidades mercantiles de la economía por sobre las necesidades humanas. La actual crisis “sanitaria” del Coronavirus es entonces sólo una expresión singular de la totalidad de la catástrofe, que es la perpetuación del modo de vida capitalista.
II
La intrínseca necesidad de expansión y acumulación que tiene el capital, ha llevado a una colonización de los territorios a nivel planetario para integrarlos a sus procesos de valorización interconectados globalmente, no existiendo precedentes de un sistema de dominación de tales proporciones. El planeta Tierra es así concebido como una gran fábrica y autopista de mercancías al mando de la clase capitalista mundial, siendo la presión destructiva que se ejerce sobre el entorno natural y la biosfera, el desequilibrio ecológico que vivimos, una de sus más claros resultados.
Si el fenómeno del COVID-19 se ha tornado global es porque la dominación del capital ha logrado expandirse a todos los rincones del planeta, siendo la interconexión de las cadenas globales de reproducción del valor las que han marcan las pautas de la movilidad del virus. Y justamente dentro de sus causas encontramos la permanente irrupción humana en nuevos ecosistemas de especies animales con las cuales no teníamos contactos anteriormente, traficando aquellas especies para diversos usos y deforestando los bosques nativos para realizar allí actividades industriales como la producción ganadera intensiva, la minería o las extensas plantaciones de monocultivos con todos sus nocivos químicos asociados. La penetración en los espacios “vírgenes” por las necesidades de auto-expansión del capital, ha provocado la destrucción de las barreras naturales de contención de los virus y la transmisión de enfermedades zoonóticas desde otras especies animales hacia lxs humanxs con cada vez mayor frecuencia.
El turismo como venta de paisajes, consumo de “tiempo libre” y circulación humana mercantilizada también ha sido un factor esencial en la propagación del virus, que da cuenta del carácter global de la dominación. Sigue leyendo →