PROTO, NEO Y POST / PALO ALTO (fascismo/marxismo/anarquismo)
En relación a otras corrientes políticas también se ha hablado de versiones neo y post. Así, en relación al “marxismo” -que en rigor es una construcción de fines del siglo XIX sistematizada primero por Engels, Kautsky y la socialdemocracia de la II Internacional, y luego por la III desde la U.R.S.S.- cuando durante el siglo XX se conocieron otras obras de Marx que discrepaban considerablemente del cientificismo positivista del marxismo oficial (en sus dos versiones: socialdemócrata y leninista), se optó por diferenciar al “joven Marx” del Marx “maduro”, y a partir de ahí al “marxismo heterodoxo” representado por la Escuela de Frankfurt y otras corrientes no dogmáticas se le denominó como “neomarxismo” (1).
Con posterioridad el derrumbe de la Unión Soviética y el “socialismo real” y de la mando de los avances del “postmodernismo”, se empezó a hablar de un “postmarxismo”, el que -como le escuché una vez decir a Ernesto Laclau en una charla en la Librería Gonzalo Rojas en calle Bulnes con Tarapacá- “sigue siendo marxismo, porque si no se llamaría ‘ex-marxismo’”.
En relación al anarquismo, un fenómeno que en rigor es mucho más antiguo que su versión “moderna” surgida como rival del marxismo en el movimiento obrero de la segunda mitad del siglo XIX, también se ha hablado de formas neo y post para explicar su “resurgimiento”. Así, Tomás Ibañez usa la expresión “neoanarquismo” para referirse a “la forma que toma el resurgir del anarquismo” (2), sobre todo a partir del siglo XXI, como un fenómeno global, asumiendo que la distancia entre el anarquismo actual y el clásico es no sólo temporal, sino que también geográfica pues tal como destaca Ibañez, ya no es sólo en Europa central y sus zonas de influencia más directa donde éste se desarrolla, sino que se presencia ahora “un impulso impresionante que se manifiesta en varias regiones del globo” (3).
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